Recién cuando Seba Ibarra empezó a hablar entre tema y tema terminé de caer en la cuenta de que más allá de lo que yo escuchara de diversidad y variedad en su música de interesante y bien lograda mezcla de tradiciones musicales, para él y para buena parte del público que llenaba la sala, no sólo estaba muy claro en que campo musical, geográfico y cultural se movía, sino que esa reafirmación de identidad resultaba un ingrediente clave para estar reunidos en esa noche en que Buenos Aires se caía a pedazos por apagones de energía y golpes de calor. Lo que en lo sonoro podía ser un ingrediente más (aunque importante, claro está) en el discurso parece resultar clave. Estas canciones funcionan y se sostienen aun para quien no conoce nada del contexto original donde surgen y del que toman inspiración y pensarlas solo como expresión algo modernizada de un folklore litoraleño queda a medio camino entre ser un raíz que da buenos cimientos y un ancla que limita posibles movimientos. Como decía aquella canción "es muy triste negar de donde vienes", pero como también agregaba "lo importante es adonde vas". ¡Ladran Sancho!
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