, sino para treintañeros metropolitanos. Por suerte lo hacen talentosamente basados en la música y sin recurrir a disfraces, didáctica, teatralizaciones, o apelaciones nostálgicas. Pero de la misma manera que aquellos músicos que intentan tocar música antigua con instrumentos medievales/renacentistas /barrocos para sonar, vestirse, pensar o vivir "de época", en algunas ocasiones pueden encontrar su talón de aquiles en la dificultad de encontrar oídos y respuestas que acompañen esa búsqueda; al menos hasta donde pudo verse en esta fecha en un lugar amigable, perfectamente apto y bien predispuesto para la ocasión. Hay muchas formas de disfrutar de la música y todas son válidas, y los porteños tenemos una idiosincracia templada, bastante alejada del trópico, pero la quietud del público que el azar reunió esta noche fue, al menos desconcertante.
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