Cada uno verá lo que quiera o pueda, pero yo me llevé varias ideas y nuevos puntos de vista para seguir pensando cuestiones de esas que me interesan, como el mundo del arte y su lugar en la sociedad, la crítica, el marketing, el dinero, las cosas que valen la pena y las que no, los prejuicios, el sentido de muchas tareas y la milonga entre magnates con sus locas tentaciones. Pero, a la vez, disfruté de un recital de Zypce (que parece haber encontrado en este ámbito una forma de romper con las cadenas del mundillo musical). Una sinfonía libre, lúdica y experimental para artefactos indescriptibles, voces y un actor, que el músico toca como si fuera un instrumento, mientras que el compositor actúa y lleva adelante la acción; un caballo de Troya de la música contemporánea que, camuflada de teatro, logra efectos inimaginables en un público al que de otra forma quien sabe lo que le causaría.
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