Que a esta altura de las cosas alguien (peor aún, quizás, él mismo) piense que un artista de la importancia de Charly García necesite comenzar su show con el video de un triste diálogo con Marylin Manson o anunciar como un logro importante que se va a animar a componer una sinfonía, es una clara señal de al menos dos cosas. Por una lado, queda mucho por avanzar en el camino a una valoración de ciertas músicas en sus propios términos y por sus propios méritos sin depender de avales o legitimaciones externas. Por otra parte, muestra como ciertas obras compositivas (como la de García) exceden y resisten cualquier embate o límites de la humanidad de sus autores e intérpretes.
Por eso también, más allá de lo desparejo y de todos los detalles que puedan señalarse bien vale la pena estar casi diez horas de pie al aire libre con una sonrisa para ver y escuchar a Charly García repasar su obra y rematar la noche con una emotiva reunión de los Serú Girán sobrevivientes y un final a toda orquesta con Canción para mi muerte.
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