Catupecu Machu en el Cosquín Rock 2013 (10-II-2013)

Una palabra que siempre surge la hablar de un show de Catupecu Machu es “energía”. Fernando Ruiz Díaz rebota por el escenario como un poseso, canta, grita, salta, se trepa por donde puede, arenga y lleva adelante su espectáculo con un despliegue físico considerable. Y estar, aún como espectador, cerca del escenario sometiendo el cuerpo a los golpes de bajo y bombo que te golpean en el pecho y hacen literalmente vibrar nuestros cuerpos de la cabeza a los pies como si fueran parches de tambor es realmente energizante e impulsa –por no decir que obliga- a tomar ese shock acústico como trampolín para formar parte del pogo monumental que se forma en el campo. Pero de repente, algo sucede que interrumpe ese ritual coreográfico, que impide el movimiento. Los miles de chicos y chicas que saltaban hasta el límite de sus posibilidades se detienen como autómatas a los que se les hubiera cortado el suministro de electricidad. Al mirar al escenario, el Negro García López, gran guitarrista invitado arremete a desarrollar un “solo de guitarra”, tópico mítico de la historia del género, especie de sermón rockero ante el cual los fieles deben dar su rítmico amén asintiendo con sus cabezas. A veces, solo de guitarra y pogo requieren tiempos diferentes. Es como si en el medio de un partido de fútbol alguien se pusiera a dictar una clase de filosofía. Ramas parientes pero diferentes de una misma fe.

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