Cuando silba la misma melodía que improvisa al piano con la naturalidad y la precisión de quien respira, transforma un papel que se arruga en música, hace un solo impresionante con un flautín, logra sonidos interesante con un shofar o exprime cualquiera de los tantos aparatos que lo rodean cuyos nombres desconocemos, me hace recordar que un instrumento no es más que aquello que sirve de medio para hacer algo o conseguir un fin y que la música es el músico y no la tecnología con la que la lleve a los oídos del público.
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