Los cuatro músicos cierran los ojos para tejer esa compleja trama, y si ellos no necesitan mirarse, ¿por qué no probar y dejarse llevar como como un ultraliviano que se eleva con gracia arrastrado por una corriente de aire caliente, como un surfer que encuentra el momento justo para conectarse con una ola, como un bailarín a punto de saltar por los aires, como dos amantes que se miran y comienzan a acercarse antes de que sus cuerpos se junten por primera vez, como estar en un acogedor club de jazz que la ciudad aun no descubrió, cerca de casa pero a miles de vidas de distancia a la vez, sin nadie alrededor excepto un mundo de sonido en el que uno quisiera quedarse a vivir? Les pido que sepan disculparme si me pasé de poético con el comentario, pero si no vuelvo... no se preocupen, que valió la pena.
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