El mató a un policía motorizado, en Teatro Vorterix (26-VI-2013).


Aunque se supone que es un lugar dedicado al rock, el personal de la sala parece entrenado para tratar a la gente con desprecio, como si el público molestara, y el sonido es bastante deficiente, con bajos excesivos y acoples constantes. Sin embargo su sala sin butacas tiene unas proporciones que favorecen un show como éste, con una profundidad que permite ir y venir fácilmente de la entrada a la boca de un escenario ancho que crea un buen espacio para el pogo y el desenfreno de una cantidad de personas que no es fácil juntar en otras salas locales. Es que, al contrario de otras músicas que invitan a la escucha concentrada e íntima, las melodías, las letras y los ritmos de estas canciones son más bien para vivirlas y llaman hipnóticamente a la participación, al canto y el salto desaforado. Algo así como un partido de fútbol sin competencias sanguinarias donde todos hinchan por un único equipo y ganan sin necesidad de que otro pierda. Y esta noche..., por goleada.


Martín Buscaglia en Café Vinilo (21-VI-2013).


Hay algo que está más allá de que componga muy buenas canciones, sea un un buen intérprete o que logre sostener a solas con su guitarra y su voz un show de dos horas. Algo que no se puede estudiar en ninguna escuela, pero que le permite llenar salas con un público que lo sigue al detalle y responde a cada gesto casi con devoción, ya sea para cantar, marcar un ritmo con palmas, hacer un coreografía infantil, reírse de un chiste o celebrar una larga anécdota o un poema leído, con una intensidad no tan habitual. Se lo puede llamar, ángel, onda, encanto, empatía o como se quiera, pero este tipo lo re-tiene.

Cuarteto Argentino de Saxofones, en Café Vinilo (19-VI-2013)


¿Como hacer arreglos instrumentales de canciones populares reemplazando el interés y las variaciones que sobre una misma melodía aporta la letra por algo que no sean solos o improvisaciones jazzeras?¿Que hacer con las soluciones que, desde la academia, ensayaron los compositores del nacionalismo musical argentino con suerte por lo menos diversa y sus múltiples cielitos, huaynos o malambos para orquesta?¿Como aportar algún punto de vista diferente a temas como los del Cuchi Leguizamón que han pasado ya por infinitas versiones? La combinación de los timbres de cuatro saxos con los inteligentes arreglos de Fernando Tarrés, Guillermo Klein, "Pollo" Raffo, Lilian Saba, Juan Quintero y Nicolás García Medici bien parecen tener (sobre todo cuando se animan a no apoyarse en el ritmo pulsado) atractivas pistas para seguir.


Pablo Dacal / Nacho Rodríguez. Ciclo Hay Otra Canción, en ND Ateneo (13-VI-2013)


A veces uno escucha mil veces una canción grabada en la soledad del hogar o la intimidad de un par de auriculares mientras se recorre la ciudad, pero al verla tocada en vivo muchas veces esos sonidos y esas palabras se transforman más allá de lo previsible. Frases como "Más allá del bien y el mal, esto tiene que cambiar" se resignifican con un sentido mucho más amplio y trascendente arriba del escenario con siete compositores de la misma generación turnándose para cantar una estrofa y completando, con sus rostros, sus cuerpos, y con la confluencia de su música sonando para el grupo de gente que asistió al concierto, la humanidad y el sentido colectivo y diverso de la canción.


Ernesto Jodos, en Onyx Club (6-VI-2013)


Los cuatro músicos cierran los ojos para tejer esa compleja trama, y si ellos no necesitan mirarse, ¿por qué no probar y dejarse llevar como como un ultraliviano que se eleva con gracia arrastrado por una corriente de aire caliente, como un surfer que encuentra el momento justo para conectarse con una ola, como un bailarín a punto de saltar por los aires, como dos amantes que se miran y comienzan a acercarse antes de que sus cuerpos se junten por primera vez, como estar en un acogedor club de jazz que la ciudad aun no descubrió, cerca de casa pero a miles de vidas de distancia a la vez, sin nadie alrededor excepto un mundo de sonido en el que uno quisiera quedarse a vivir? Les pido que sepan disculparme si me pasé de poético con el comentario, pero si no vuelvo... no se preocupen, que valió la pena.