Café Tacuba en La Trastienda (29-X-2013)

El piso de La Trastienda temblaba mientras todos cantábamos como un mantra aquello de "No me hubieras dejado esa noche, porque esa misma noche encontré un amor", y volví a entender que un recital es un poco eso: como dejarse ir del mundo y encontrar un amor a la misma vez fugaz y eterno, y en un fragmento de una noche entrar en comunión con amigos y amantes que uno nunca conocerá y con los que no necesita cruzar más que una mirada anónima. Al contrario de lo que sucede demasiado habitualmente en esta época de música más de corporaciones que de cuerpos, cuando parece que el show llega a su fin el cantante se brinda con un "¿hay alguna otra con la que los podamos complacer?". Varias rolas más tarde y pasadas las dos horas y media de fervor, en vez de huir, los músicos se despiden desde el escenario estrechando las manos del público confirmando, sin demagogia, que, por ese romance, vale la pena darlo todo.

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