Aunque ver un show en la comodidad de un mesa cerca del escenario siempre es un buen plan, es evidente que esta música pide a gritos que los cuerpos se muevan más allá de los límites del recatado marcado de ritmo con el pie mientras se está sentado en una silla. Un espacio con planta libre y sin obstáculos es un más que grato ámbito para desplegar las canciones del disco más reciente del grupo -donde la síncopa del jazz se confunde con la del ritmo canyengue de la cumbia- y de oportunos nuevos arreglos bailables de viejos éxitos como Dos Girasoles. Ahora sí puede empezar la primavera.
Primer verdor, de Fer Isella Julian Gomez y Federico Perettii, en Café Vinilo (21-IX-2013)
Se borran los contornos, comienzan los diseños del sueño; regresan por su dueño los sueños de la noche anterior, mis jardines eternos, mis lagunas de niebla y de miedo, rincones escondidos, lugares donde sólo estás vos. Por suerte, no siempre hay necesidad de buscar palabras para lo que uno vive algunas noches, porque hay gente como Fernando Cabrera que, sin saberlo, ya las había escrito antes.
Marcelo Moguilevsky en Café Vinilo (19-IX-2013)
Cuando silba la misma melodía que improvisa al piano con la naturalidad y la precisión de quien respira, transforma un papel que se arruga en música, hace un solo impresionante con un flautín, logra sonidos interesante con un shofar o exprime cualquiera de los tantos aparatos que lo rodean cuyos nombres desconocemos, me hace recordar que un instrumento no es más que aquello que sirve de medio para hacer algo o conseguir un fin y que la música es el músico y no la tecnología con la que la lleve a los oídos del público.
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